“El Gordo Mellado es un tipo gordo, obvio, alto y desgarbado, que siempre va con una mochila llena de libros, diarios y panfletos. Antes, mis amigos y yo apenas reparábamos en él, negado como es para cualquier deporte. Para nosotros simplemente se trataba del típico marginado de la clase, ese que se sienta en las últimas filas con los audífonos puestos, leyendo un mamotreto de filosofía sobre el que nadie le va a preguntar; un solitario que pasa por el colegio con resignación y estoicismo. Ahora, me ha sorprendido. Está enterado de todo lo que sucede en la política estudiantil, y también en la política nacional y en la mundial. Maneja datos y cifras con una facilidad asombrosa, tiene memoria de elefante y es capaz de rebatir cualquier argumento de una manera sólida a la vez que sosegada”.